INSTINTO 1

Sin duda, la sensualidad de las mujeres puede ser considerablemente explosiva, y sus conductas sexuales, acreedoras de los epítetos más extremos. ¿Y quiénes son si no los hombres quienes deben tener las competencias para descifrar la naturaleza de su sexualidad, demostrando el común denominador de su libidinosidad, desafortunadamente en el anonimato de sus inconscientes, una realidad esparcida en la totalidad del planeta, en todos los tiempos y lugares, continentes, regiones, países, ciudades y vecindarios? Y nadie hace nada por encauzar la solución a este descomunal vacío existencial; por el contrario, lo alientan el androcentrismo y las religiones judeocristianas e islámica, marginándolas y sometiéndolas. Las diferencias entre la sexualidad y la libido entre mujeres y hombres son abismales, pero el desconocimiento es inconmensurable y, trágicamente, a la vista y paciencia de todos, fulgen la deslealtad, la promiscuidad, la prostitución, los embarazos no deseados, las madres adolescentes, madres solteras, desviaciones, etc., como productos ineludibles, anexados a las escisiones y al descuido y/o desamparo de los hijos.