CREDITO, DEUDA Y ESCLAVITUD

El crédito, lejos de ser un facilitador del consumo y la inversión, se ha convertido en una poderosa herramienta de dominación. A nivel individual, disciplina a los ciudadanos, limitando su libertad y obligándolos a ajustarse a las reglas del mercado financiero. En términos sociales, refuerza la desigualdad al imponer condiciones más duras sobre los sectores más vulnerables. A nivel global, el endeudamiento perpetúa relaciones de dependencia entre naciones, consolidando la subordinación económica y política de los países en desarrollo. El endeudamiento no solo impone restricciones económicas, sino que también moldea la subjetividad del deudor. La deuda no es solo una obligación financiera; es un dispositivo de control que opera en el nivel psicológico, generando ansiedad, sumisión y una constante presión por cumplir con los compromisos adquiridos. Las élites financieras han comprendido que el estado psicológico de los deudores —marcado por la ansiedad, la incertidumbre y el miedo— puede ser aprovechado para moldear sus preferencias políticas. Los sectores dominantes han logrado que amplios sectores de la población, terminen apoyando candidatos neorreaccionarios que les consolidan