LA COPA DE FUEGO

Los dos hombres aparecieron de la nada, a unos cuantos metros de distancia en la estrecha calle iluminada por la luna. Se quedaron inmóviles por un segundo, con sus varitas apuntando el uno al otro al pecho; luego, al reconocerse, guardaron sus varitas bajo sus capas y comenzaron a caminar rápidamente en la misma dirección. "¿Noticias?", preguntó el hombre más alto. "Solo las mejores", respondió Severus Snape. A la izquierda de la calle había zarzas silvestres cortas ; a la derecha, setos altos y prolijamente podados. Las largas capas de los hombres revoloteaban alrededor de sus tobillos mientras caminaban. —Pensé que llegaría tarde —dijo Yaxley, y sus siluetas curvilíneas desaparecieron y reaparecieron cuando los árboles que sobresalían bloquearon la luz de la luna—. Fue más difícil de lo que esperaba, pero espero que esté contento. ¿Hablas como si estuvieras seguro de que la iniciación saldría bien? Snape asintió, pero no dio más detalles. Giraron a la derecha por un sendero ancho que conectaba la casa con la calle. Unos setos altos se curvaban junto a ellos; continuaron en la distancia más allá de las enormes puertas de hierro forjado que impedían el paso a los hombres.