Curando ese universo que se llama vida

El intentar una y mil veces arreglar lo que uno nunca rompió, esperar recibir aquello que sabemos que nunca va a llegar. Dar sin recibir. Los vacíos crecen, las ausencias aparecen, el alma quiere desnudarse y aún no sabes cómo hacer. La tristeza te invade, las personas se alejan, desaparecen, nos dan un adiós demasiado temprano, cuando aún no estás preparado. Todo esto es la vida. Lo es. Es lo que nos forma, nos madura, nos cambia, nos hace vivir. Comencé a sanar cuando comprendí que debía aceptar el dolor como parte de esta vida, de mí crecimiento, de mí nuevo mundo. Cada quien se salva como puede, sin formulas mágicas. Acepte que el mundo que había construido ya no estaba más. Tenía mil hojas nuevas en blanco para comenzar a escribir el nuevo mundo en el cual quería vivir. Comencé a escribir, hoja tras hoja, brotaban de mí sentimientos que no sabía que tenía aún entre las ruinas del mundo que se había derrumbado. Y me di cuenta que estaba en el fondo. Que ya estaba ahí. Que más abajo no podía ir. Amo escribir, amo las palabras, las largas conversaciones donde tenés que desentrañar esas palabras que no se dicen, observar cada detalle que es lo que te hace entender el todo.