El Justiciero Cubano

La noche caía sobre Miami, la ciudad de las luces y el glamour, pero también de la violencia y el crimen. En un lujoso apartamento, un hombre de unos cuarenta años, vestido con un traje negro, observaba por la ventana el horizonte iluminado. Era Ricardo Sánchez, un poderoso narcotraficante cubano que controlaba gran parte del mercado de la droga en la ciudad. Tenía fama de ser despiadado, cruel y sanguinario. Había matado a muchos rivales, policías y testigos para llegar a donde estaba. Pero también tenía muchos aliados, cómplices y protectores. Se sentía intocable, seguro de su poder y su dinero.