Plomo sin balas

Barcelona, un año cualquiera del grotesco y fanático proceso de involución patrocinado y financiado por la élite pudiente. Un miembro de dicha clase contrata a uno de tantos pobres que deambulan por la ciudad para satisfacer los vicios de un selecto y reducido núcleo de poder. Con los abundantes beneficios obtenidos fundarán asambleas y desarrollaran maquiavélicos proyectos con los que satisfacer sus intrigantes paranoias. Un joven solitario vaga entre borrachos, pícaros, prostitutas, fracasados y gente humilde y sencilla. Es un parado en situación agónica que se ve obligado a aceptar un misterioso trabajo en un garaje de la zona alta de la ciudad. Allí conoce la execrable condición humana. Una limpiadora que mata su tedio escribiendo relatos de amor. Su marido es una especie de espectro para ella, eso la obliga a volcar sus irrefrenables deseos de amar en un moribundo. Un tipo duro hecho a sí mismo, abierto a toda clase de experiencias. En su niñez fue cazado en la calle e internado en la inclusa. Allí se convierte en un insaciable monstruo sexual. Estamos ante un burlesco y único esperpento que hubiera firmado hasta el mismísimo Valle-Inclán.